Autor Tema: cuando la ciudad duerme  (Leído 2161 veces)

duende

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cuando la ciudad duerme
« en: Octubre 24, 2011, 03:54:58 pm »
Cuando la ciudad duerme
Cuando la ciudad duerme, cuando los corazones laten al ralentí.                             

Cuando las farolas no encuentras cuerpos para esculpir sus sombras.  Las luces bostezan, sin nada que esculpir, sin nada que contar, porque qué se puede contar en una noche en vela cuando se terminan las ovejas.

La noche está dentro y ya no quiere salir, no quiero que salga, no quiero que se vaya porque no quiero que vuelva.


Y la noche está dentro, y no piensa salir. Y entonces sólo se me ocurre escribir. Escribir es solo llenar de estrellas una noche en blanco. Marcar un papel que quizá nadie lea, acariciar una pluma, o aporrear unas teclas, o sacar punta al lápiz, viendo como con cada vuelta en este afilado sacapuntas nacen nuevas historias.

El lápiz en cada historia pierde parte de sí, el lápiz poco a poco se acaba, pero quedan las historias. Historias creadas mitad de recuerdo, y mitad del olvido. En una lucha sin cuartel, hasta que el olvido consigue echar al recuerdo de su sitio, el sitio que, ley de vida, le corresponde.

Y pronto seremos dos extraños, que agachan la mirada al suelo cuando nos crucemos, un suelo por el que ruedan las miradas hasta un lugar que aún no conozco. Un lugar pisoteado, con barro, y marañas de errores, unidos por esa fe que un día desapareció y a la que nunca volvimos a echar de menos.

En un cajón guardo tu tacto, en un armario tu aliento, y en el bolsillo pequeño de mi chaqueta tu calor, envuelto en un pañuelo para que no se escape. Para que no acabe enmarañado entre los errores, ni atrapado en el fango que ya pisamos, ni cubierto del polvo que ya mordimos, ni acompañado de la suerte que ya perdimos.

Y en un punto las letras dejan de tener valor, dejan de decir algo, para convertirse en dibujos de trazos limpios, trazos finos y acompasados. Como corcheas, negras y blancas, escapando, cada una a su velocidad, de la clave de sol. Saltando por el pentagrama, hasta perderse en las vibraciones por el aire. Los silencios no, los silencios se quedan en el pentagrama, creyéndose invisibles, pensando que nadie los ve.

Pasadas las 3, la oscuridad se hace más intensa. Mi mente vuela, y me siento en un café de parís, con sus mesas metálicas.  Junto a mi mesa se encuentra un hombre pintando con su banqueta, y con su lienzo. Pasado el rato se acerca y se sienta frente a mí. Es un café de otro tiempo y aquel hombre, con la mirada triste, con la sonrisa torcida, con harapos como vestimenta, responde al nombre de Vincent .Mientras se rasca su desarreglada barba bebe un trago de una taza de café caliente. Toma aliento y me habla  de girasoles, y de noches estrelladas. Del frío de las calles de Flandes, y de la noche en París. No entiendo muchas cosas de las que me dice, pero su voz me relaja. Acepto el cigarrillo que me ofrece y hablamos de la noche, del brillo de las estrellas, y de la voz del silencio. De los llantos del silencio, de los gritos sordos de la dama de negro que dice perseguirle, y  de las extrañas corrientes que deambulan por el aire en aquella ciudad.


Le escucho decir París tiene dos tipos de estrellas, unas grandes, y otras mucho más pequeñas. Que las grandes contienen almas, y las pequeñas tan sólo lágrimas, que se evaporan y menguan hasta que desaparecen. Pero siempre hay alguien que llora en París, por eso las pequeñas van cambiando cada noche, y se evaporan por el día. No las de las almas. Las almas quedan para siempre.
El creía que su pincel le iba a salvar, y que sus pinturas quizá algún día salven a alguien. Y despertar a las 5, vaya! , creí que nunca me dormiría. Despertar en un dormitorio, sobre una cama antigua, sin deshacer, con una colcha roja, dos sillas de paja, y una pared añil. Y un extraño sentimiento de un pasado que nos persigue, de un futuro que no se deja atrapar. Y sentir, que las almas en París, los sueños en Berlín y las sombras en Bilbao, son una misma cosa, que se mezclan por la noche y no te dejan olvidar.

                                           Duende



la gótica alegre

  • Visitante
Re: cuando la ciudad duerme
« Respuesta #1 en: Octubre 24, 2011, 10:13:33 pm »
Saludos de gótica alegre para duende triste. Siempre hay mucha añoranza en tus relatos, son para leerlos en días de lluvia, como hoy. Bienvenido!!!