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LA PIEDRAAl parecer una pequeña piedra se había colado en mi zapato, y en cada paso sentía cómo se empeñaba en arañarme la piel. Traté de agitar el pie, de desplazar el calcetín, pero la piedrilla seguía allí, empeñada en perturbar mi avance.
Cuando llegué a la señal que marcaba el sentido hacia tu ciudad, tomé asiento en un mojón de piedra y me descalcé. Busqué y rebusqué en la suela del zapato y en los pliegues del calcetín, pero la piedra no apareció.
Me puse de nuevo en marcha, y la sensación regresó, esta vez con mayor intensidad. Como si una diminuta y esquiva aguja se clavara sin pausa en la planta de mi pie.
Entonces me detuve, arrojé los zapatos y calcetines al borde del sendero, y continué hacia delante. Ahora podía sentir cada una de las piedras del camino, pero ni dolían ni molestaban.
Ya en tu ciudad, abriste la puerta y nos encontramos los dos descalzos. Nuestros pies se buscaban.
Posdata: joder con el producto del photoshop!!! Una gótica alegre y que prefiere el chocolate a la sangre... Drácula se está arañando el rostro en su ataúd.