Tus ojos son como el mar,
azules, bravos e indomables.
Tus pechos son como melones,
dulces y apetitosos.
Tus dientes son como un collar de perlas
que adorna cada mordisco.
Tu coño es como una almeja
que da gusto a la paella.
¿Superficial y consumista? No me pidas que escriba a un alma que no tienes. Siempre tendrás a alguien que lo haga por mí y por tí. Tú siempre tendrás a alguien para quitar las piedras de tu camino. Tú nunca pagarás una copa, ni los platos rotos. Por eso no me necesitas, pero también crees que no te necesitas a tí.
¿Que por qué me siento atraído? Porque tu cuerpo es un puto parque de atracciones y a todos nos gusta montar en el Cosmicar. No me importa pagar, ni hacer cola por montar. La nostalgia del algodón de azúcar. El sexo contigo es música y luces de colores; es un susto en el Túnel del Terror; es un gran salto en la cama elástica; es deslizarse por el Gran Tobogán; perderse en el Laberinto de la Fantasía o recorrer el Paseo de la Risa. Es subir a lo más alto y descender por la Montaña Rusa. Y cuando cierras el parque me voy con un gran peluche entre mis brazos sintiéndome el niño más feliz del mundo.
Yo escribo a las almas heridas, maltratadas por la vida, arrugadas y canosas aparentando más edad de la que tienen. Esas almas ganan puntos por encajar los golpes como si fueran piezas de Tetris, encajándolos unos con otros para hacerlos desaparecer. Pero por alma de vieja no dejan de ser niñas que se necesitan y se ayudan a sí mismas, ya que los platos rotos no son sólo una vajilla, son amores platónicos que se pagan.
Pero el sexo no. El sexo no se paga ni hay que hacer cola. Lejos del consumismo el sexo es una fuerza de la naturaleza. Si te fijas bien verás a todas esas almas errantes esperando en la playa con cometas y tablas de surf, porque el sexo es una tormenta tropical, y lejos de huír, se lanzan a ella. Porque el sexo es hacer volar las cometas con los vientos más fuertes; correr desnudo hasta la extenuación bajo cascadas de agua que caen del cielo; bañarse en el río esperando la crecida. El sexo es surfear las olas más grandes y el orgasmo son esos segundos interminables que la ola te arrastra bajo el agua. La pequeña muerte. Y al terminar, cuando pasa la ola, ni regalos, ni premios ni trofeos que guardar, tan solo volver a respirar.
Crees que las cartografías son imposibles y que no te necesitas. Pero algún día en esta vida te buscarás y no vas a encontrarte. Por eso, escribe tú el poema. Porque cuando te pierdas, la poesía será el mapa que te guíe a lo más profundo de tí.