El Cazador de Dragones
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La palabra dragón deriva del griego
opakev (drákon), "dragón, serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua", que viene del verbo
opakeiv "ver claramente".
opakeiv es la inscripción de mi espada, que ahora te entrego para que sigas mis pasos, pero antes, hay algunas cosas que debes saber.
Los dragones son guardianes de tesoros. A mi nunca me faltó oro, pero eran los aldeanos quienes llenaban mi zurrón. El tesoro que esconde el dragón cuelga de un manzano. Yo nunca he pasado hambre, pues he sido partícipe de los mejores banquetes. Nunca me sentí solo, pues siempre dispuse de las más bellas doncellas, aquellas que iban a ser sacrificadas para saciar la sed de mal de aquel cuya cabeza adorna la punta de mi lanza. Pero no, los dragones no comen doncellas. Los dragones devoran los sueños de los pobres de bolsillo y de corazón. Eso es lo que los aldeanos sacrifican para calmar la ira de sus dioses.
Yo he surcado los cielos, viendo batallas desde la atalaya de los dioses, donde no salpica la sangre. He contemplado el mundo desde más allá de las nieves y nunca, jamás, he pasado frío, pues incluso en las noches más frías y húmedas, encontraba el calor en la garganta del diablo, cuyo fuego hace prender la leña más mojada.
Ahora que las fuerzas me han abandonado, a ti te cedo mi espada, un trabajo fijo y una vida placentera, siempre y cuando jures sobre el libro de los cazadores de dragones, que nunca jamás revelarás al pueblo, que los dragones tienen dos cabezas.