Héroes y villanos. Cargar responsabilidades en espaldas ajenas. Una sociedad con su carga moral en las espaldas de unos pocos que cada poco tiempo nos gusta ver caer. Para apalearles y lincharlos mientras aupamos a un nuevo ídolo. Héroes de paja, de paja por lo fácil que les aupamos, apenas nos cuesta. Les construimos altares, les vitoreamos y les rodeamos de una aureola que nunca imaginaron, ni probablemente quisieron tener. Pero de paja también por la fácil que arden. Y aunque no lo confesemos, en el fondo, nos gusta mas quemarles que auparles. Y mientras unos suben y otros se consumen, evitamos cargar con esa responsabilidad que hemos querido dejar en sus espaldas. Luego nos lamentamos y buscamos un nuevo ídolo.
Así es la sociedad que hemos creado, entre TODOS. Se camina más ligero con escasas alforjas. Con pocas cuentas que rendir, con poco de lo que rendir cuentas. Y así una y otra vez.
Ni al principio eran tan buenos, ni ahora son tan malos. SÓLO son personas, y remarco el sólo. Porque implica muchas limitaciones. Es nuestra gasolina, nuestro combustible, son unos pocos de los demás. Los que pensamos que nos han fallado, los que no lograron lo que esperábamos de ellos. Bastante es el fracaso personal. El mero hecho de cargar con el peso de las miradas, y sobre todo, de las esperanzas ajenas es capaz de hundir antes de empezar a la mayoría de los mortales. Si la mayoría luchamos a diario por no sucumbir ante los retos que nos marcamos, no ha de ser difícil imaginar lo complicado que es terminar una carrera de obstáculos si nuestro tobillo está atado al de otro grupo de personas que has de llevar, no sólo tirando de ellos, sino logrando que estos no tropiecen.
Dar un paso adelante siempre honra al individuo, ser capaz de aportar algo más, algo nuevo no debe convertirse en un contrato en el que se asume que a partir de ahora así debe ser hasta que se termine de exprimir el limón.
Y escribo esto porque me parece que esto es lo que está fallando, porque gritamos en grupo, pero no individualmente, esperamos a que otro coja el megáfono para vitorear sus consignas a poco convincente que nos parezcan. Y un barco no anda si dos reman y cien les animan. El lastre es demasiado. Es necesaria mas gente remando, mas gente intentando cosas, acertando y también fallando, porque el que falla delante de los demás, debería ser una lección colectiva de la que aprender, para no fallar en lo mismo. No un saco de boxeo en el que ensañar nuestras iras. El miedo es mas injusto que la ira.
Aprendamos a equivocarnos, aprendamos a decir eso que tenemos en la cabeza y que no decimos por miedo a que nos digan que está mal.
Y sobre todo, tratemos de ser amables con los que lo intentan. Al fin y al cabo, ellos también están tratando de lidiar con la vida. Y sabemos todos que no es liviana tarea.
