Susurrándole al silencio abrazados a ti dejaste de respirar. El niño que miraba por tus ojos, dibujando el mundo a tu lado. Las guerras, las heridas… Para un día, ante el espejo, saber que me parezco a ti. Tras el último horizonte todo se desvanece en la noche del olvido. Adiós, muchas gracias, adiós. Te quiero, estás dentro de mí. Lágrimas compartidas acarician el dolor de estar vivo. Ojalá solo fuera descansar. Somos río, somos mar, quizás polvo enamorado. Asustados y pequeños buscando luces en la noche, fuerza en la fragilidad. Adiós, muchas gracias, adiós. Te quiero, estás dentro de mí. Lágrimas compartidas acarician el dolor de estar vivo.