¿Generación perdida? Si nos lo creemos, estamos perdidos. Somos la generación a la que interesan echar a perder.
“Van cambiando de piel estas serpientes que mantienen intacto el mismo veneno”.
La revolución se ha pasado de rosca, llegados a este punto hace falta una destrucción y vuelta a empezar.
Un viejo profesor de latín nos enseñó que crisis y crisol compartían raíz. Ahora que ya no funcionan los altos hornos, ni siquiera en Bilbao, a lo mejor habría que recordar que cuando el metal se funde pasa por una especie de colador, y los residuos no. Pues espero que toda esta idiocracia de s(u)ciedad no pase. Y que las oportunidades y los derechos, no nos tengan que ser concedidos, sino que nos agarremos a ellos como animales y la supervivencia sea una lucha en su defensa. El resto, el residuo, no me interesa. Si acaso, solo para una segunda criba, hasta exprimirle algo de valor.
Yo sí tenía una banda sonora original, doctor deseo cuando “disparaba palabras desde la acera de enfrente” y su rabia me calaba los huesos. “Es tan fácil olvidar que… ¡Sangra la ciudad por tus venas de rabia!”. Deberían volver a la idea de Kavafis de la ciudad y el individuo y recoger algo en sus nuevas letras del Bilbao de hoy.
“Somos los hijos bastardos de un dios imposible, los chicos pálidos y airados bajo un cielo gris, disparando palabras desde la acera de enfrente. Buscadores de tesoros en los mares turbios de la confusión (…) Porque la vida o es pasión o no sirve de nada”.
Si me caigo, me levanto. Si aún respiro, lucho.
Dame la rabia y una bala, que guardaré hasta el final. Deseo de un modo radical y avivo el fuego abriéndolo yo si es necesario. Saltaré por los aires, kamikaze en busca de un sueño. Excavaré la tierra, aunque sólo halle mis ruinas o una fosa común, de gente que se me parezca, aunque esté muerta y sus páginas quedaran impresas enterradas también, bajo el polvo de bibliotecas. No cejaré en la búsqueda. Yo no pertenezco a estos muertos en vida.
Y si algún día enfermo de cobardía y vago entre ellos, cuando ya no haya testigos de mi mal juicio, ni espectadores para mi película, levantaré la tapadera de mis sesos y te narraré mis ideas. Letras salpicadas de materia gris y rojo en la losa fría pondrán fin a mi autobiografía: Aquí yace la utopía.
Y si esto ocurre, elige bien mi bso de despedida.